Cada 9 de abril el pueblo colombiano rememora y homenajea a las víctimas de más de medio siglo de conflicto armado.
Con motivo de homenajear a las víctimas de décadas de violencia y festejar por quienes lograron sobreponerse de este flagelo, cada 9 de abril se celebra en Colombia el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado.
Desde 1948 cada 9 de abril se conmemoraba en ese país la muerte del líder político Jorge Eliécer Gaitán, y fue hasta 2011 cuando esta fecha cobró aun más importancia para el pueblo colombiano y pasó a ser un día de doble homenaje.
Con la aprobación de la Ley 1448, sobre las Víctimas de Tierras en Colombia, el calendario en ese país adquiere un nuevo sentido, haciendo así que en un solo día se agrupen las luchas del pueblo en contra del olvido y las resignificaciones, la evocación de un líder y el reconocimiento a quienes hacen parte de la democracia de un país que se niega a olvidar.
A escala nacional, cada 9 de abril se realizan eventos rememorativos y de reconocimiento de los hechos que han victimizado a la ciudadanía de ese país suramericano en el que el conflicto armado persiste y el hacer memoria se convierte en una necesidad diaria.
Actualmente, los diálogos entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Gobierno se encuentran más cerca que nunca de llegar a su tan ansiado final con un acuerdo de paz. Además El Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejecutivo anunciaron el inicio de sus conversaciones formales, encaminadas también hacia la paz.
Todo esto, sin duda alguna goza de gran reconocimiento por parte del pueblo colombiano, sin embargo, ese mismo pueblo no olvida que la época de conflicto hace parte de los muchos años en los que las autoridades han descuidado su tarea como garantes de los derechos de las personas.
Por años, la ambición de los dirigentes y los partidos políticos les ha hecho enfocarse en sus propios intereses y no en los de un pueblo que aclama desde más de medio siglo la reconciliación y la paz.
La historia de Colombia, desde su misma creación como país, ha estado cargada de factores desencadenantes de violencia que, como herencia, han pasado de generación a generación y se mantiene viva hasta estos tiempos.
Es precisamente por esto que la ciudadanía, esa que no olvida, siente la necesidad de expresar su solidaridad con quienes han resultado afectados por la violencia durante décadas, y de pedir con voz firme el fin de más de medio siglo de conflicto armado.
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