La que es considerada una fiesta nacional en Brasil ha estado marcada este miércoles por el descontento del pueblo. Así la fecha, sirve hoy para la lucha contra la injusticia y el rechazo del presidente interino Michel Temer.
El 7 de septiembre de 1822, Brasil proclamó su independencia del reino de Portugal, y así concretó formalmente el movimiento independentista que se había constituido con una serie de hechos ocurridos meses atrás, cuando desde Lisboa se pretendía recolonizar el territorio.
Desde 1785, la Reina María I de Portugal había implantado, en el territorio brasileño, un régimen político-económico absolutista.
Esto provocó un malestar popular y generó varios conatos revolucionarios. Sin duda, el más célebre fue el que encabezó Joaquín de Silva Javier, más conocido como "Tiradentes", quien murió ejecutado en 1792.
La situación cambio cuando la reina Doña María I fue declarada demente y su hijo, João, asumió la regencia.
En 1808, João VI y su Corte se mudaron a Brasil y se instalaron en Río de Janeiro, a causa de la invasión napoleónica de Portugal.
La llegada de la Corte tuvo un tremendo impacto sobre Brasil. Río de Janeiro se convirtió, súbitamente, en la capital de un imperio mundial.
Brasil se encontraba así gobernada desde Río, ya no desde Lisboa, aunque fuera por las mismas personas que antes lo hacían desde Portugal.
En 1816, la Reina murió; y en 1821, el Rey Don João VI regresó a Lisboa y dejó como príncipe regente a su hijo Don Pedro I, de 23 años.
Fue, entonces, cuando la Corte intentó quitarle a Brasil su condición de reino e imponerle su anterior estatus colonial.
Quisieron ignorar a Río de Janeiro, dando órdenes directas a las capitales de los diferentes estados brasileños, para descentralizar el poder en Brasil y desarticular toda posibilidad de reacción coordinada.
Al príncipe regente se le ordenó regresar a Portugal, en 1821; pero, decidió desobedecer las órdenes de las Cortes y permanecer en Brasil.
Estos hechos despertaron en Brasil un sentimiento de nacionalismo y patriotismo; instaron al príncipe a entronarse como soberano de Brasil con plenos poderes.
Luego del 7 de septiembre de 1822 el príncipe Pedro convocó una asamblea constitucional, organizó la marina de guerra, obligó a las tropas de Portugal volverse al reino. También determinó que no se pondría ninguna ley de Portugal sin su aprobación y llamó a la gente a luchar por la independencia.
El príncipe desenvainó su espada y exclamó: "¡Viva a independência e a separação do Brasil. Pelo meu sangue, pela minha honra, pelo meu Deus, juro promover a liberdade do Brasil. Independência ou Morte!”, ("Viva la independencia y separación de Brasil. Por mi sangre , por mi honor, por mi Dios, juro promover la libertad de Brasil Independencia o Muerte").
Tras luchas con las tropas portuguesas, en 1825 se firmó un tratado por el cual Don João VI reconoció la independencia a cambio de compensaciones económicas y la concesión del título honorífico de Emperador de por vida.
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